miércoles, 22 de septiembre de 2010

Su interés por la creación literaria se manifestó muy tempranamente, al escribir a escondidas para su “único auditorio de perros y gatos”. A los catorce años dejó la localidad de Victoria para viajar a Europa, llevando consigo una esmerada educación, lograda por medio de profesores particulares e institutrices. Esta formación le permitió relacionarse fácilmente con las obras de Marcel Proust, Paul Claudel, Miguel de Unamuno, Azorín y Luigi Pirandello, que dotaron su escritura de una nueva perspectiva narrativa.

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